Lo de afuera

Como ya lo anuncio en el título de esta entrada, hoy, lo de adentro se transforma en lo de afuera o en lo de adentro de otra persona, que igual sería lo de afuera. Cuando me preguntaron si podía publicar en mi blog algo que había escrito otra persona, la dudé un instante. Cuando esa persona me mandó la siguiente imagen me decidí por un si:


Como el escrito pasó los respectivos controles de calidad y respeta la línea editorial de este medio el escrito será publicado. Les hago entrega oficial de un link de un tema para que musicalicen su lectura,


A continuación, los dejo en compañía del Señor Oráculo:

"A raíz de ciertos eventos que no serán discutidos aquí, corrió de nuevo por mi cabeza el pensamiento sobre el momento de dejar la vida. Todas las personas de esta existencia e historia tenemos sólo eso en común, que algún día de estos ya no estaremos más. Pero tal vez estamos entendiendo mal ese paso natural. Es lógico que le temamos a lo desconocido, porque se sabe que nadie puede volver a decirte cómo es. Si efectivamente hay un cielo y un infierno, si nos vamos todxs al Inframundo como creyeron en la Grecia Antigua (o Clásica, o la que sea) o si la posta es como la dijo Gandalf, eso de que llega el final y te encontrás en un hermoso campo abierto con un día soleado, al cual en nuestra idiosincrasia argenta le podemos agregar la de Almafuerte, ‘día domingo lejos de la ciudad, bajo el sol compartiendo entre amigos, carne asada, pan, agua y vino’. En fin, nadie sabe qué viene después del fin.

Y si nadie sabe, creo que deberíamos concentrarnos en lo que tenemos aquí, mientras vivimos. Sigue siendo lógico que el dolor de perder a una persona querida puede llevar a respuestas emocionales respecto de cómo entender la muerte. Pero el problema aparece cuando aparecen las pretensiones de que las cosas sean como antes, o cuando surgen las idealizaciones de todo tipo sobre quien partió, o que le conferimos acciones y palabras que no tuvo la oportunidad de hacer. Nos acostumbramos tanto a estar vivxs o a no entender que alguien no está, que no sabemos qué hacer cuando se va. Terminamos por hacer que nunca se vaya, que siga como una presencia que nadie pidió, como un recuerdo que no tiene función satisfactoria, una sonrisa mal dibujada, una premisa vital impuesta.

Conocí muertos que podrían haber sido apedreados con toda razón en vida y luego fueron por poco beatificados en su fallecimiento. Conocí muertas que según sus familias parecían haber llamado desde el más allá para decirles qué tenían que hacer con sus vidas (al parecer en el más allá todavía existen las cabinas telefónicas). Personas que desde la barca del Estigio dijeron ‘yo diría tal cosa, yo haría tal cosa, yo compraría tal cosa, yo me molestaría si tirás eso, te putearía si vendés eso, no escribiría eso, sí cantaría aquello, porfa saquen ese disco con mis temas inéditos (hola Michael Jackson)’. Y termina siendo todo mentira. Esas personas no están para imponernos nada como si el hecho de haber fallecido les diera autoridad sobre lxs vivxs. Esas personas no dejaron un testamento tan preciso como para saber qué harían o dirían en momentos puntuales. Simplemente no están más.

Y volvemos al punto de partida, cómo entender o vivir esa desgraciada experiencia. No viene un manual Santillana o Kapelusz aún, sólo tenemos lo que nuestras emociones marcan. Lo que sí podemos hacer es despojar a la muerte de todos esos condicionamientos que usualmente le ponemos. No es un estado de gracia, no es un escalón social, no es un estatus de privilegio ni una burbuja que te protege de los errores que cometiste, los pecados que hiciste o las cagadas que te mandaste en vida.

Así que lo que toca hacer es vivir para ser felices y no cargando los testamentos autoimpuestos de quienes no están. Andá al cementerio a visitar si te nace, hacele un poema/canción/pintura/escultura/obra de Broadway con moderado éxito/programa conducido por Marley a quien ya no está si lo sentís, pero no te obligues a nada que nadie te dijo o pidió en vida. Vive y deja morir, como dijo don Paul McCartney (si es que el que está vivo es realmente él, o si es su doble con mucho talento)."



Un aplauso para despedir a nuestro amigo, que tan amablemente compartió esas palabras con nosotros. Ahora, y para finalizar el programa del día de hoy (?) quiero compartir con ustedes unas sabias palabras que no tienen nada que ver con el tema pero el otro día llegaron a mis oídos y me hicieron replantearme cosas importantes. "Si uno da amor, eso vuelve. Tal vez no de la persona a la que se lo damos, pero por algún lado vuelve."




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