La imperiosa necesidad de dar


El perchero estaba rebosante de ropa.

Camisas, pantalones y hasta sacos esperaban la llegada del que no iba a llegar.

Las prendas quedan, las personas se van.

Viejos son los trapos, muertos son los amos.

Allí no tuvo oportunidad de entrar ni el polvo,

pero hay que abrir las puertas que se cierran al pasado.

Hay que dejar salir lo encerrado para que vuelva a tener un propósito.

Los recuerdos que se atrapan se olvidan,

los recuerdos que vuelan por la memoria cobran vida.


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